
A un año de vivir una pérdida irremediable, un huracán que dejó
a mi familia devastada en el terreno afectivo, la columna vertebral de los
eventos familiares se nos fue en un simple abrir y cerrar de ojos, el “Farol”
que nos alumbraba, se apagó.
Una muerte imprevista como muchas pero infrecuente
como pocas fue la que sorprendió a mi Padre Ramón Evaristo Fernández, más
conocido en el pueblo como Farolito,
aquella tarde del 21 de Mayo en pleno Cementerio, al costado de la Cruz Mayor
en el sepelio del padre de uno de sus amigos. El dolor es indescriptible ante
el vacío de su falta, pero como familia de Fe que somos, creemos que Dios así
lo quiso y hoy está en un mejor lugar como Jesús nos prometió.
Por eso hoy,
aunque el sufrimiento siga intacto, no puedo dejar pasar la oportunidad para agradecer a quienes me han acompañado
todos éstos 365 días difíciles que he vivido junto a mi madre y hermanos.
Gracias a los amigos que dan fuerzas para seguir, gracias a mis tíos, tías,
primos y demás miembros de la inmensa familia Fernández y Lovey que estuvieron
conteniéndonos. Gracias a los vecinos, a los compañeros de trabajo y de estudio
que siempre tienen palabras para animar a seguir. Gracias también al sacerdote
Julián y GRACIAS realmente a todas
esas personas que me ayudaron afectivamente.
Así también quiero hacer un
apartado a las injusticias que se produjeron luego del fallecimiento de mi padre,
primero: con un servicio de sepelio VERGONZOSO
del Agua Potable: con la habitación sin frazadas, una caja de calor ventor
vacía, sin tazas, ni café, ni yerba; segundo:
un Registro Civil con MÁS EXCUSAS QUE SOLUCIONES, que nos otorgó el Acta de
Defunción después de casi dos meses venciendo así los plazos para un montón de
trámites consecuentes a cualquier fallecimiento; tercero:
LA NEGATIVA del Intendente para otorgarle el derecho de ingresar a trabajar en la entidad pública municipal en el
lugar de mi Padre, quien fue empleado en función hasta el día de su partida; y cuarto: LA INOPERANCIA del municipio en
tramitar la pensión del sueldo que debería estar cobrando mi madre como viuda y
hasta el día de la fecha, UN AÑO DESPUÉS DE LO ACONTECIDO, sigue sin percibir
el beneficio que le corresponde por los años de aporte al InSSSeP.
Sentí mucha
impotencia que ha perdurado en este tiempo, no hay fuerzas para luchar cuando
el dolor es tan grande, concentrarme en la salud de mi madre fue mi prioridad y
pasé por alto la actitud miserable
del Jefe Comunal y de cada uno de los responsables de las injusticias que me ha
tocado vivir. La vida es una rueda, que
nunca para de girar, hoy estamos abajo y mañana podemos estar arriba para luego
volver a bajar, todo es muy incierto, más aún si ocupamos lugares
circunstanciales.
Gracias a Dios la felicidad se encuentra muy lejos del
dinero, y aunque éste año que pasó, la situación económica no acompañó a mi
madre, la familia, hijos, hermanos, sobrios, nietos y parientes en general,
hemos custodiado su bienestar y su corazón uniendo a la familia con lazos de
fraternidad.
Quería hacer público éstos actos de inmoralidad de la sociedad en la que vivimos, donde pesa más el
pensamiento ideológico de una persona, que el valor que poseemos por el simple
hecho de ser PERSONA. Una indecencia departe de las autoridades de éstas
instituciones a quienes las defino simplemente como inhumanos e inútiles.
El día que entendamos con profundidad el
verdadero Rol que debemos cumplir cuando ocupamos un cargo público o cuando
representamos a una institución, tal vez ahí podamos avanzar como pueblo,
mientras tanto la innocuidad apabulla nuestras vidas y nos alejará del éxito
del crecimiento y la hermandad.
Gracias por Leer: DANILO FERNÁNDEZ